Quinto Día: Lunes 27 abril de 1953
Debido a la multitud de creyentes que comenzaron a visitar el lugar de la aparición, la maestra prohibió a los niños salir de la escuela e ir al pocito. Fue entonces que, desde el quinto día en adelante, la Virgen caminó del pocito a la escuelita donde se comportaba como una maestra, como una formadora.
Nos narra la historia que otro fuerte remolino se levantó cerca del manantial y se produjeron enormes polvoreadas donde los niños siempre han afirmado haber presenciado a la Virgen. Este detalle dejó asombrados a todos los allí presentes, que eran miles. Una de las niñas manifestó que la Virgen se había despedido mientras que un enorme arco iris aparecía en el cielo. Más tarde, periodistas, locutores de radio y centenares de curiosos invadieron el Barrio Rincón deseosos de conocer la verdad del caso.
Juan Ángel Collado, el niño que asegura haber visto a la Virgen en su ascensión dijo que la nube de la Virgen rozó las ramas de un árbol de mango que había cerca del pozo. Inmediatamente se notó que sus hojas se habían marchitado. En ese momento había en ese sitio más de quinientas personas. Inmediatamente los que allí estaban empezaron a llevarse hojas y ramas del árbol.
Desde ese quinto día en adelante, la Santísima Virgen comenzó a caminar del pocito a la escuelita cercana donde estudiaban los niños. Este peregrinar fue reconocido de una forma muy particular por la creación de Dios. Muchas personas quedaron admiradas al ver como los pinos, que se encuentran aún hoy día frente a la entrada de la escuelita, se inclinaron en reverencia profunda al paso de la Madre del Señor.
La Santísima Virgen en su peregrinar, según los testimonios de los niños, iba siempre acompañada de dos hermosos ángeles, uno a cada lado a manera de escolta. Eran idénticos, como dos gotas de agua. Vestían túnicas semejantes a las de los soldados romanos y calzaban sandalias altas.
Así, caminando del pozo a la escuela, la Santísima Virgen comenzó la formación de una nueva generación, enseñando con su ejemplo, que la vida del cristiano tiene que ser de un peregrinar continuo hacia el Señor.
Cuentan los niños videntes que la Virgen entraba a la escuelita y se sentaba en el escritorio de la maestra. Desde allí tocaba la campanilla para llamar a los niños a la atención. Muchos testigos de la época dieron testimonio de ver la campana de la Virgen suspendida en el aire.
Desde ese día y en adelante, comenzaron a formarse larguísimas filas de personas, quienes en silencio y oración se mantenían por días esperando obtener un poco del agua milagrosa del pozo de la Virgen para llevar a familiares enfermos. El pueblo se envolvió en un acto conjunto de paciencia y unidad que para mucha gente no tenía explicación.