Vigésimo Cuarto Día: Sábado 16 de mayo de 1953
Seguían llegando peregrinos con familiares enfermos y, además del agua del pozo, cada uno llevaba parte de la corteza del árbol de mango, al cual le quedaban ya solamente las raíces. Muchas personas tenían interés en tener un pedacito de corteza de este árbol para guardarlo como reliquia, ya que había sido tocado por la nube de la Santísima Virgen, al ascender al Cielo.
Ante las innumerables peticiones hechas al Sr. Enrique Borreli, éste accedió gratuitamente predios de terrenos para montar casetas de campaña en los días que antecederían al 25 de mayo.
El entusiasmo que reinaba entre la gran multitud que fluía de todas las partes de la Isla al sitio indicado era grande. Se esperaba que una gran muchedumbre invadiera los alrededores del manantial el 25 de mayo, día del gran milagro anunciado por la Virgen a los niños.
Se relataba que las hermanitas Ramonita e Isidra Belén y el niño Juan Ángel Collado departían largas horas del día con la Virgen. Los niños alegaban que la Virgen “cambió de color el manto y su túnica”, recordando que Ella es una y la misma en todas las demás advocaciones. Los niños la describieron con sus manos en posición de oración, con un rosario que colgaba desde sus manos hasta las rodillas. Narraban los niños que la Virgen tenia rizos dorados y que brillaban como el sol. Comentaban que en una ocasión la Virgen se quitó el manto que cubría su cabeza e hizo visible su larga cabellera que estaba peinada en rizos repartidos sobre cada hombro y los otros en la parte de atrás.