Vigésimo Segundo Día: Jueves 14 de mayo de 1953

 

Ese día volvieron los niños en procesión, acompañados por una gran muchedumbre, hacia el pueblo. La muchedumbre exteriorizaba su disgusto e inconformidad con la actitud asumida por el sacerdote de aquella parroquia, pues la visita de los niños al templo fue como resultado de que alegaron haber recibido por la noche a la Virgen y que la Virgen les recomendaba visitar el templo de Sabana Grande para que orasen y con ello llevasen a las autoridades eclesiásticas la verdad.

Mientras tanto, las fiestas patronales de San Isidro se habían quedado prácticamente desiertas, porque el público se había concentrado sobre los terrenos de la escuela Lola Rodríguez de Tió, en el Barrio Rincón, en búsqueda apasionada del milagro. En ese lugar, los peregrinos hicieron sus propias oraciones, mientras una creciente avalancha de peregrinos procuraba obtener agua del manantial.

A medida que se acercaba el 25 de mayo, se producía cada día en todo el lugar de las apariciones una mayor solemnidad. La gente se volvía silenciosa y, por lo general, hablaba en voz baja. No había apretujamientos para lograr agua del pozo. Los peregrinos llegaban en dos filas, una de hombres y otra de mujeres, e iban avanzando lentamente, por horas enteras, bajo las inclemencias del tiempo, hasta llegar al codiciado manantial de donde fluía agua de las entrañas de la ladera. La gente rezaba a la sombra de los árboles, tranquilamente, como si buscaran su purificación para el día del milagro.

Había jornadas en que llegaban de 2,000 a 3,000 automóviles diariamente y las fuerzas del teniente Mercado merecieron crédito por la perfecta regulación del tránsito en la congestionada carretera que conducía al Barrio Rincón.