TERCER MENSAJE
El siguiente es el tercer mensaje dejado por la Santísima Virgen del Rosario del Pozo en su visita al Barrio Rincón de Sabana Grande, Puerto Rico, en abril de 1953. Éste fue divulgado al mundo el 26 de abril de 1987, cumplidas ya sus indicaciones:
“Para esos tiempos el Santo Padre, hijo verdadero y predilecto, habrá visitado esta tierra. Serán tiempos de represión y persecución para aquellos que promulguen mi nombre como Madre del Verdadero Camino hacia el Padre. En los momentos de tribulación surgirá una gran esperanza: millares de hijos se reunirán en una demostración de amor verdadero y unirán su corazón al mío para suplicar misericordia de mi Amadísimo Hijo. Esto es señal de que ha llegado el momento de decir el siguiente mensaje:
La humanidad se ha sumergido en una indiferencia profunda, le falta la fe, la esperanza y la caridad. El egoísmo, la soberbia, el materialismo y la murmuración corrompen el corazón de muchos. Hijos míos, cuídense del egoísmo; este demonio ha penetrado en el alma de muchos hombres en el Verdadero Camino.
Hijos, es Hora, es la Hora de que todos los hombres se unan en oración continua suplicando la misericordia de mi Hijo. Es necesario que el Santo Padre haga un llamado a los sacerdotes, religiosos, obispos y escogidos para que, junto a todos los hijos de la Iglesia, recen el rosario rogando por la conversión de los hombres.
Hijos nuevos, hijos míos, pidan por la transformación de la humanidad, de los que están alejados de Dios y, muy especialmente, por los dirigentes de la Iglesia.
Es hora de que todos se conviertan en la Voz del Camino; que a través de sus bocas y de su ejemplo se difunda la caridad, el amor de mi Amadísimo Hijo. La Iglesia debe estar abierta para todos los hombres de la tierra, pues mi Hijo murió en la cruz por todos los pecadores.
A las once de la mañana los visité, por primera vez, para hacerles el llamado de la Hora. Un gran peligro amenaza a la humanidad… Hijos nuevos, estén alerta. Plenitud es lo que quiero.
Yo prometo mi protección maternal, cubriendo con mi manto y facilitando las gracias necesarias, a todo aquel que, en estos momentos difíciles, todos los días rece cinco misterios del rosario.
Protéjanse debajo de mi manto y vivan en mis virtudes. Plenitud es lo que quiero porque así me lo ha encargado mi Hijo. Plenitud y mi promesa; restitución del camino.”
María