La espiritualidad de la Misión Virgen del Rosario del Pozo es Cristo céntrica, Trinitaria y Mariana, teniendo como eje principal la participación frecuente de los sacramentos, en especial la Eucaristía, con el compromiso de crecer en el espíritu mediante la oración, el sacrificio y la vivencia de las siete virtudes que se oponen a los siete pecados capitales, buscando la conversión de los demás con un apostolado firme, constante y diligente.

La espiritualidad y creencias de la Misión Virgen del Rosario del Pozo están totalmente basadas en el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, en la Tradición, en la doctrina de la Iglesia, en el conocimiento y profundización de los dogmas sobre la Santísima Virgen María y finalmente, en el mensaje y enseñanzas que dejara nuestra Señora del Rosario durante sus apariciones en el Barrio Rincón de Sabana Grande en 1953. La Virgen del Rosario del Pozo, a través de su mensaje, destaca los siguientes principios, entre otros:
La imitación de Jesucristo: «Éste consiste en imitar a mi Amadísimo Hijo».

La fidelidad al depósito de la fe y a la Sede Apostólica, así como la unidad con los obispos y los presbíteros en comunión con ellos: «Permanezcan firmes en el Verdadero Camino, en la Iglesia de mi Hijo» «y observando las enseñanzas de la Iglesia de mi Amadísimo Hijo», «Amen a los pastores y sacerdotes, esfuércense por vivir una vida de armonía y común unión con los pastores».

Su maternidad espiritual y mediación ante el Señor: «Yo prometo mi protección maternal cubriendo con mi manto y facilitando las gracias necesarias…».

La fidelidad y estima al Santo Padre: «hijo verdadero y predilecto». La oración y el sacrificio como medios de santificación: «la oración y el sacrificio serán mandatorios». «Yo les propongo un plan de entrega y crecimiento espiritual… En llevar una vida disciplinada en la oración… En tener una disposición amplia a la penitencia y al sacrificio».

Llevar una vida sacramental activa, especialmente en la recepción de la Eucaristía, fuente y vida de la Iglesia: «…y poniendo una especial atención a la participación de los sacramentos», «Sobre todo pediré un amor especial a mi Estrella Mayor, a mi Hijo, la Eucaristía», «Todo esto culminado con la alegría de participar intensa e íntimamente de la Sagrada Eucaristía».

El compromiso que se tiene como bautizados de buscar la conversión de las almas: «El fruto de este plan será compartido en la búsqueda de la conversión de los demás con un apostolado firme, constante y diligente».

El compromiso de rezar el Santo Rosario todos los días. «… yo prometo mi protección maternal cubriendo con mi manto y facilitando las gracias necesarias a todo aquel que en estos momentos difíciles, todos los días rece cinco misterios del rosario».

IDENTIDAD
La Misión nace en la Iglesia y es para la Iglesia, comparte con ella un genuino interés por la búsqueda de la santidad y la conversión de las almas; siente un compromiso con la sociedad; este compromiso le motiva a transformarla e inundarla con la vivencia de la palabra de Dios. Como fieles católicos se asocian para vivir una espiritualidad particular y manifestar con ello la comunión y unidad de la Iglesia en Cristo (cf APOSTOLICAM ACTUOSITATEM 18-DOCUMENTOS DEL VATICANO II).

La Misión busca, mediante la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, la conversión de las almas, la transformación de la humanidad (cf APOSTOLICAM ACTUOSITATEM 7-DOCUMENTOS DEL VATICANO II), y la búsqueda de la santidad viviendo una espiritualidad concreta que tiene como objetivo una meta: la Restitución. Este es el carisma con cual se quiere enriquecer a la Iglesia en su misión universal.

El promulgador posee un espíritu atento a la voz del Espíritu Santo; humildad y fidelidad probadas; disponibilidad y convencimiento de su misión; celo por las almas para llevarlas a conocer a Jesucristo y a su Iglesia.

El promulgador busca identificarse con Jesucristo, a quien se esfuerza por imitar, reproducir sus mismos rasgos y sentimientos y poner en práctica sus enseñanzas

La Misión comparte su carisma, espiritualidad y apostolado con una asociación masculina llamada Misioneros de Cristo Sacerdote y otra femenina llamada Hermanas Misioneras de la Restitución, cada una con gobierno propio e independiente, según su condición de vida.

DIMENSIONES DE LA ESPIRITUALIDAD
El itinerario espiritual de los miembros de la Misión «Virgen del Rosario del Pozo» comprende tres vertientes:
-Personal: trabajar por la propia conversión y dejarse renovar por la Gracia del Espíritu de Dios;
-Comunitaria: trabajar por la conversión de los pecadores, por la paz del mundo y por la fidelidad a la Iglesia de Cristo;
-Misionera: trabajar para hacer creíble la presencia de Jesucristo en el mundo, especialmente en los sacramentos, de manera que el mundo se alimente de ellos y viva en comunión con Dios y con el prójimo. Asimismo, trabajar por extender en el mundo la devoción a la Santísima Virgen María como Madre de Dios y Madre de la Iglesia.

DIOS COMO PRIORIDAD DE VIDA: RESTITUCIÓN
La Restitución es poner a Dios como prioridad de vida, restableciendo el orden dejado por Nuestro Señor, amándole y sirviéndole, para que caminando de la mano de María y viviendo a imitación de su Amadísimo Hijo Jesús, la humanidad participe de su acción redentora peregrinando en esta Tierra.

El término restitución es tomado del mensaje de la Virgen del Rosario del Pozo cuando dice: “Plenitud y mi promesa; restitución del camino”. En esta frase María se muestra ante los hombres, al igual que en el milagro de las bodas de Caná, como portavoz de la voluntad de su Hijo, e indicadora de aquellas exigencias que deben cumplirse para que pueda manifestarse el poder salvífico del Mesías.

Restitución significa, además, “volver al origen”, es decir, retornar a Dios. Por tanto, restitución, más que una palabra, implica una acción, la cual lleve a buscar una vida alejada del pecado y llena de virtud, participando intensamente de los sacramentos, en especial de la Eucaristía.

El que es llamado a la restitución cumple un oficio determinado dentro de la renovación y edificación de la Iglesia; difunde el Evangelio y se esfuerza por vivir la fidelidad a la doctrina de la Iglesia; trabaja por crear una conciencia en el hombre de este tiempo sobre la importancia del llamado que todos tenemos a la santidad (cf LUMEN GENTIUM 11-DOCUMENTOS DEL VATICANO II.); busca mediante el propio testimonio de vida la transformación de la humanidad y la conversión de las almas a Dios.

Los miembros de la Misión han de distinguirse por su entrega total al servicio de Dios, siendo misioneros incansables que van de pueblo en pueblo trabajando para que el mensaje divino de salvación sea conocido y recibido por todos los hombres, en todo el mundo, y difundiendo el rezo del Santo Rosario y el plan de santidad propuesto por la Virgen del Rosario del Pozo en su mensaje. Con este desprendimiento total de su propio ser, a través del apostolado diario, luchan por restablecer los valores cristianos que se han perdido por la indiferencia hacia Dios y el egoísmo reinante, cumpliendo así con el deseo principal de la Virgen manifestado en Sabana Grande.

AMOR A MARÍA SANTÍSIMA
La espiritualidad mariana que caracteriza al miembro de la Misión se inspira en el “fiat” de nuestra Madre celestial, siendo esclavos de la esclava perfecta. Esto es: una fe probada en el ejercicio al amor a Cristo como centro, que ha llevado, desde los orígenes fundacionales de la Misión Virgen del Rosario del Pozo, a desarrollar una gran actividad devocional mariana, y que debe repercutir positivamente en un amor incondicional a la Iglesia Católica.

CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Como todos los bautizados, los miembros de la Misión tienen el compromiso de crecer espiritualmente:

Para entender mejor este proceso de crecimiento espiritual, se utiliza una simbología de siete planos o siete escalones. Este proceso puede asemejarse a la metodología que algunos de los grandes místicos o místicas de nuestra Iglesia han expresado, por ejemplo: Santa Teresa en sus Moradas y otros.

Los vehículos perfectos para crecer espiritualmente a través de estos siete planos, utilizados como un recurso pedagógico en este aspecto propuesto por la Virgen del Rosario del Pozo, son: la imitación de Cristo, oración, penitencia y sacrificio (mortificación de los sentidos), la vivencia de las virtudes, la práctica de los carismas, la participación activa en los sacramentos y el apostolado.

Cabe resaltar aquí que la finalidad última de este plan concreto de crecimiento espiritual es vivir a imitación de Jesús, quien enseña que la oración, el sacrificio y la entrega total forman parte fundamental de la vida espiritual del hombre (cf. Mt 6, 5-14; 16-17; 18, 19-20 y Lc 11, 9-13).

El Concilio Vaticano II recuerda que todas las obras de los fieles, incluyendo sus oraciones, sacrificios, tareas apostólicas, etc., realizadas en el Espíritu, se convierten en sacrificios espirituales agradables a Dios por Jesucristo (cf LUMEN GENTIUM 34-DOCUMENTOS DEL VATICANO II.). Asimismo, invita a esforzarse para mantenerse fiel a la propia vocación, a fiarse de la Palabra del Señor y a confiar en la ayuda de Dios, de modo que nadie presuma de sus propias fuerzas, sino que practique la mortificación y la custodia de los sentidos (cf PERFECTAE CARITATIS 12-DOCUMENTOS DEL VATICANO II.).

VIVENCIA DEL EVANGELIO: APOSTOLADO FIRME, CONSTANTE Y DILIGENTE
Con el ejemplo de vida, todo miembro de la Misión ha de dejar claro a todos cuál es el camino para seguir a Cristo, en orden a ser apóstoles de estos tiempos.

Por deseo de la Santísima Virgen, ha de vivirse un apostolado, firme, constante y diligente. Firme, porque ha de realizarse sin vacilaciones; constante, porque debe ser continuo en su entrega; y diligente, porque se ha de estar dispuesto a obrar con prontitud.

Nuestra espiritualidad ha de impulsar a todo miembro de la Misión a evangelizar y llevar el mensaje de restitución, promover el rezo del Santo Rosario en familia, motivar a otros a buscar su transformación personal y santidad de vida.

Nuestra espiritualidad ha de conducir a los fieles cristianos católicos, especialmente a aquellos que han abandonado la Iglesia, a retornar a Ella y retomar su vida sacramental; a enseñarles a vivir las virtudes, el amor a Dios y al prójimo; a adorar a Dios y a hacer de su vida un verdadero camino espiritual.

VIDA SACRAMENTAL INTENSA
La Santísima Virgen en sus mensajes revelados en Sabana Grande, nos invita a vivir una vida sacramental auténtica, porque toda vida cristiana consiste principalmente en la incorporación con Cristo, que participa su vida divina a través de los sacramentos, que se convierten, por lo mismo, en fuente primaria y fundamental de la vida sobrenatural.

Nuestra Señora del Rosario del Pozo, en sus mensajes, resalta de manera especial su estrella central; esta estrella, que es la mayor de todas, simboliza la Eucaristía. María Santísima quiere recordarnos que es Cristo mismo quien está presente en la Eucaristía. Ella quiere que nos acerquemos y participemos íntimamente del Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo para tener vida en Él, tal como lo consignan los evangelistas: “… Jesús les dijo:

“En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él” (Jn 6, 53-56).