VI. El Sacramento de la ORDEN SACERDOTAL
1. El Orden Sacerdotal es un sacramento que, por la imposición de las manos del Obispo, y sus palabras, hacen sacerdotes a los hombres bautizados, y les da poder para perdonar los pecados y convertir el pan y el vino en el Cuerpo y en la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.
2. El sacramento del orden lo reciben aquellos que se sienten llamados por Dios a ser sacerdotes para dedicarse a la salvación eterna de sus hermanos los hombres. Esta ocupación es la más grande de la Tierra, pues los frutos de sus trabajos no acaban en este mundo, sino que son eternos.
3. La vocación al sacerdocio lleva consigo el celibato, recomendado por el Señor. La obligación del celibato no es por exigencia de la naturaleza del sacerdocio, sino por ley eclesiástica. La Iglesia quiere que los candidatos al sacerdocio abracen libremente el celibato por amor de Dios y servicio de los hombres. La Iglesia quiere a sus sacerdotes célibes para que puedan dedicarse completamente al bien de las almas, sin las limitaciones, en tiempo y preocupaciones, que supone sacar adelante una familia.
EL SACERDOCIO CRISTIANO
En el Nuevo Testamento, según la enseñanza católica, los obispos y sacerdotes son los únicos autorizados para ejercer el sacerdocio; los primeros lo ejercen a plenitud (summus sacerdos s. primi ordinis), mientras que los presbíteros son simples sacerdotes (simplex sacerdos s. secundi ordinis). El diácono, por otra parte, es un simple asistente del sacerdote, sin ninguna facultad sacerdotal.
El Carácter Sacramental del Presbiterado
El Concilio de Trento decretó (Sess. XXIII, can. iii, en Denzinger, n. 963): “Si alguno dijere que el orden o la sagrada ordenación no es real y verdaderamente un sacramento instituido por Cristo Nuestro Señor… sea anatema”.
Aunque el sínodo definió únicamente la existencia del Sacramento del Orden Sagrado, sin decidir si todos los demás órdenes, o sólo algunos, corresponden a esta definición, se admite que la ordenación sacerdotal posee, aún con mayor certeza que las ordenaciones episcopal y diaconal, la dignidad de un sacramento (cf. Benedicto XIV, “De syn. dioces.”, VIII, ix, 2). Los tres aspectos esenciales de un sacramento: Los signos externos, la gracia interior y el haber sido instituida por Cristo, son todas condiciones presentes en la ordenación sacerdotal.
Las Facultades Oficiales del Sacerdote
Las facultades oficiales del sacerdote están estrechamente relacionadas con el carácter sacramental, impreso indeleblemente en su alma. Junto con este carácter se confiere no sólo la facultad de celebrar al Sacrificio de la Misa y la facultad (virtual) de perdonar los pecados, sino también la autoridad para administrar la unción de los enfermos y, como ministro regular, el solemne bautismo. Sólo por virtud de una facultad extraordinaria, recibida del Papa, puede un sacerdote administrar el Sacramento de la Confirmación.
Si bien el conferir los tres órdenes sacramentales del episcopado, el presbiterado y el diaconado corresponden exclusivamente al obispo, el Papa puede delegar a un sacerdote la administración de los cuatro órdenes menores, e inclusive del subdiaconado. Pertenece también a las funciones sacerdotales la facultad de administrar las bendiciones eclesiásticas y sacramentales, en general, en la medida en que no estén reservadas al Papa o a los obispos.
Al predicar la Palabra de Dios, el sacerdote participa en la función docente de la Iglesia, aunque siempre como subordinado del obispo y únicamente dentro del ámbito del deber que le haya sido asignado por éste como pastor, cura, etc.
Por último, el sacerdote puede participar en la tarea pastoral, en la medida en que el obispo se la encomiende, con una función eclesiástica definida que abarca una jurisdicción más o menos extensa, indispensable sobre todo, para la absolución válida de los pecados de los penitentes. Algunos privilegios honorarios externos como por ejemplo, aquellos conferidos a los sacerdotes cardenales, prelados, conciliares eclesiásticos, etc., no incrementan la dignidad intrínseca del sacerdocio.
El “Sacramento del Orden Sacerdotal”
Los sacramentos son signos sensibles y eficaces de la gracia. En ellos Cristo está presente para santificarnos por medio de la Iglesia. El sacerdocio es una vocación que choca con la mentalidad del mundo porque requiere renunciar a sí mismo por el Reino.
¿Por qué “sacerdotes”?
Definición: El “Sacerdote” es un mediador autorizado para ofrecer sacrificios a Dios en reconocimiento de Su dominio supremo y en expiación por los pecados.
Muchas religiones paganas tienen sacerdotes que ofrecen sacrificios según sus conceptos de la divinidad. Pero Dios se reveló a Israel como el Único Dios verdadero y prohibió la idolatría en el Primer Mandamiento. Los sacerdotes de Israel debían ofrecer sacrificio sólo a Dios.
A diferencia del profeta que comunica el mensaje de Dios a los hombres, el sacerdote es mediador de los hombres ante Dios.
Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados -Hebreos 5,1
Sumo Sacerdote (Cristo)
Único sacerdocio del N.T.
Sacerdocio ministerial
(Participan del sacerdocio de Cristo como todos los fieles y además reciben el sacramento del orden para servir a los fieles como pastores e impartirles los sacramentos).
Sacerdocio de los fieles
(Participan de Cristo por el bautismo, crecen en esa unión por medio de la Eucaristía y otros sacramentos que recibe por medio del sacerdote ministerial) Sumo Sacerdote (Cristo).
Único sacerdocio del N.T.
No tienen sacerdocio ministerial (Tienen pastores que pueden bautizar pero no ofrecer el sacrificio de la Santa Misa o impartir los otros sacramentos).
Sacerdocio de los fieles (Participan de Cristo por el bautismo pero no lo reciben en la Eucaristía ni otros sacramentos).
Sobre el Sacerdote y Su Misión
Su Santidad, Juan Pablo II:
El sacerdote debe presentarse, ante todo, como un <,hombre de fe>,, porque él, en virtud de su misión, debe comunicarla a través del anuncio de la Palabra. No podrá predicar el Evangelio de forma convincente si él mismo no ha asimilado profundamente su mensaje. Él da testimonio de la fe con su forma de actuar y con toda su vida. Hombre de fe, el sacerdote es también «hombre de lo sagrado», testigo del Invisible, portavoz de Dios revelado en Jesucristo.
El sacerdote debe ser reconocido como un hombre de Dios, un hombre de oración, al que se ve rezar, al que se oye rezar. El sacerdote, por tanto, debe alimentar en sí mismo una vida espiritual de calidad, inspirada en el don del propio sacerdocio ministerial. Su oración, su forma de compartir, sus esfuerzos en la vida, están inspirados por su actividad apostólica que se alimenta de toda una vida vivida con Dios. Hombre de fe, hombre de lo sagrado, el sacerdote es también un «hombre de comunión».
Es él quien reúne al Pueblo de Dios y refuerza la unión que hay entre sus miembros por medio de la Eucaristía; él es el animador de la caridad fraterna entre todos. Actúa con sus hermanos en el sacerdocio. Colabora con su propio obispo. Se esfuerza en acrecentar los lazos de unión entre los miembros del presbiterio.
Sobre esta base de relaciones tan ricas y tan profundas, el celibato adquiere un significado nuevo: No es ya una condición del sacerdocio, sino el camino de una verdadera fecundidad, de una auténtica paternidad espiritual, porque el sacerdote entrega su vida para que los frutos del Espíritu maduren en el Pueblo de Dios. «Ven y sígueme», sé mi testigo, da todo tu amor a Dios y a tus hermanos, y estarás al servicio del Pueblo de Dios.
Un pueblo sacerdotal, profético y real (CATECISMO ROMANO)
783 Jesucristo es aquél a quien el Padre ha ungido con el Espíritu Santo y lo ha constituido “Sacerdote, Profeta y Rey”. Todo el Pueblo de Dios participa de estas tres funciones de Cristo y tiene las responsabilidades de misión y de servicio que se derivan de ellas (cf.RH 18-21).
784 Al entrar en el Pueblo de Dios por la fe y el Bautismo se participa en la vocación única de este Pueblo: en su vocación sacerdotal: “Cristo el Señor, Pontífice tomado de entre los hombres, ha hecho del nuevo pueblo `un reino de sacerdotes para Dios, su Padre’. Los bautizados, en efecto, por el nuevo nacimiento y por la unción del Espíritu Santo, quedan consagrados como casa espiritual y sacerdocio santo” (LG 10).
785 “El pueblo santo de Dios participa también del carácter profético de Cristo”. Lo es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es el de todo el pueblo, laicos y jerarquía, cuando “se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para siempre” (LG 12) y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo en medio de este mundo.
786 El Pueblo de Dios participa, por último, en la función regia de Cristo”. Cristo ejerce su realeza atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y su resurrección (cf. Jn 12, 32). Cristo, Rey y Señor del universo, se hizo el servidor de todos, no habiendo “venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en rescate por muchos” (Mt 20, 28). Para el cristiano, “servir es reinar” (LG 36), particularmente “en los pobres y en los que sufren” donde descubre “la imagen de su Fundador pobre y sufriente” (LG 8). El pueblo de Dios realiza su “dignidad regia” viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo.
De todos los que han nacido de nuevo en Cristo, el signo de la cruz hace reyes, la unción del Espíritu Santo los consagra como sacerdotes, a fin de que, puesto aparte el servicio particular de nuestro ministerio, todos los cristianos espirituales y que usan de su razón se reconozcan miembros de esta raza de reyes y participantes de la función sacerdotal. ¿Qué hay, en efecto, más regio para un alma que gobernar su cuerpo en la sumisión a Dios? Y ¿qué hay más sacerdotal que consagrar a Dios una conciencia pura y ofrecer en el altar de su corazón las víctimas sin mancha de la piedad? (San León Magno, serm. 4, 1).
Los obispos sucesores de los apóstoles
861 “Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminarán y consolidarán la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio” (LG 20; cf San Clemente Romano, Cor. 42; 44).
862 “Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser elegido para siempre por el orden sagrado de los obispos”. Por eso, la Iglesia enseña que “por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió” (LG 20).
¿Por qué el celibato?
La Iglesia siempre ha tenido el celibato en muy alta estima ya que Jesucristo fue célibe. El es modelo de la perfección humana. Hay quienes objetan pensando que nosotros no podemos imitarlo. Se equivocan. La verdad es que Jesucristo, siendo Dios, asumió verdaderamente la naturaleza humana siendo igual que nosotros en todo menos en el pecado. Él nos da la gracia para vivir, siendo hombres, su amor sobrenatural. Jesús dice “Quien pueda entender que entienda”.
Jesucristo claramente recomendó el celibato como entrega radical de amor por el Reino de los Cielos: Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda (Mateo 19,12).
Del libro de San Alfonso María de Ligorio: LA DIGNIDAD Y SANTIDAD SACERDOTAL
Capitulo III
DE LA SANTIDAD QUE HA DE TENER EL SACERDOTE
I. CUÁL DEBE SER LA SANTIDAD DEL SACERDOTE POR RAZÓN DE SU DIGNIDAD.
Grande es la dignidad de los sacerdotes, pero no menor la obligación que sobre ellos pesan. Los sacerdotes suben a gran altura, pero se impone que a ella vayan y estén sostenidos por extraordinaria virtud; de otro modo, en lugar de recompensa se les reservará gran castigo, como opina San Lorenzo Justiniano (…). San Pedro Crisólogo dice a su vez que el sacerdocio es un honor y es también una carga que lleva consigo gran cuenta y responsabilidad por las obras que conviene a su dignidad (…).
II. CASTIGOS DEL PECADO DEL SACERDOTE
Consideremos ahora el castigo reservado al sacerdote pecador, castigo que ha de ser proporcionado a la gravedad de su pecado. Mandará lo azoten en su presencia con golpes de número proporcionado a su culpabilidad [Deut 25, 2], dice el Señor en el Deuteronomio. San Juan Crisóstomo tiene ya por condenado al sacerdote que durante el sacerdocio comete un solo pecado mortal: “Si pecas siendo hombre particular, tu castigo será menor, pero si pecas siendo sacerdote estás perdido”. Y a la verdad que son por boca de Jeremías contra los sacerdotes pecadores: Porque incluso el profeta y el sacerdote se han hecho impíos; hasta en mi propia casa he descubierto su maldad, declara Yahveh. Por esto su camino será para ellos resbaladero en tinieblas: Serán empujados y caerán en él [Jer. 23, 11-12].
¿Qué esperanza de vida daríais, sobre un terreno resbaladizo, sin luz para ver donde pone el pie mientras, de vez en cuando, le dieran fuertes empujones para hacerlo despeñar? Tal es el desgraciado estado en que se halla el sacerdote que comete un pecado mortal. Resbaladero en tinieblas: El sacerdote, al pecar pierde la luz y queda ciego: Mejor les fuera, dice San Pedro, no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, volverse atrás de la ley santa a ellos enseñada [2 Petr. 2, 21].
Más le valdría al sacerdote que peca ser un sencillo aldeano ignorante que no entendiese de letras. Porque después de tantos sermones oídos y de tantos directores, y de tantas luces recibidas de Dios, el desgraciado, al pecar y hollar bajo sus plantas todas las gracias de Dios recibidas, merece que la luz que le ilustró no sirva más que para cegarlo y perderlo en la propia ruina. Dice San Juan Crisóstomo que “a mayor conocimiento corresponde mayor castigo, añade que por eso el sacerdote las mismas faltas que sus ovejas no recibirá el mismo castigo, sino mucho más duro” (…).
Lo que no se publica y los medios de comunicación callan…
Asistimos – entre desconcertados e impávidos – a una de las campañas más fuertes contra la Iglesia de los últimos años. Los medios de comunicación – que normalmente promueven “valores” anticristianos – han centrado su atención en un puñado de sacerdotes que (no a todos se les ha comprobado) han cometido faltas sumamente graves. De esa manera se pretende desacreditar a la Iglesia para restarle la enorme autoridad moral que ésta tiene. Pero ¿cuál es la verdad que los medios callan?
Religiosos católicos asesinados
El Vaticano (Agencia Fides) – la Agencia Fides publica al final de cada año, la lista de los agentes pastorales que han perdido la vida en modo violento durante los últimos 12 meses.
2010
- AMÉRICA: bañada por la sangre de 17 agentes pastorales: 12 sacerdotes, 1 religioso, 1 seminarista y 3 laicos.
- ASIA: 1 Obispo, 4 sacerdotes y 1 religiosa asesinados.
- ÁFRICA: con muerte violenta, un sacerdote y un seminarista.
Aquí no se incluyen los atentados terroristas que han destruido iglesias, tampoco se habla de la persecución por vías institucionales que comienza a tener características muy singulares bajo el ropaje de que los católicos vamos cayendo en la ilegalidad.
2011
26 misioneros o agentes de pastoral católica fueron asesinados en el mundo, siendo América Latina la región con más muertes. Todos ellos mueren de forma violenta mientras desarrollaban sus tareas pastorales.
- AMÉRICA: A pesar de ser el continente donde hay más católicos en el mundo, es también el lugar donde más sacerdotes y laicos católicos pierden la vida por causa de la evangelización. Por tercer año consecutivo América latina se posiciona como la zona más peligrosa, fallecen ahí 13 sacerdotes y 2 laicos. 7 tuvieron lugar en Colombia; 5 en México, mientras un misionero falleció en cada uno de los siguientes países: Brasil, Paraguay y Nicaragua.
- ÁFRICA: 6 agentes de pastoral, 2 sacerdotes, 3 religiosas y 1 laico.
- ASIA: 2 sacerdotes, 1 religiosa y 1 laico.
- EUROPA: 1 sacerdote en España.
2012
- AMÉRICA: bañada por la sangre de 6 sacerdotes.
- ÁFRICA: asesinados tres sacerdotes y 1 religiosa.
- ASIA: donde mueren 1 sacerdote y 1 laica.
EL OBISPO CHINO MA DAQIN PRIVADO DE SU LIBERTAD
Monseñor Tadeo Ma Daqin fue ordenado Obispo Auxiliar de la Diócesis de Shanghai el 7 de julio de 2012 con la aprobación del anterior Papa, Benedicto XVI. Durante su ordenación, el obispo declaró su renuncia a los cargos en la Iglesia Patriótica, controlada por el Estado chino, expresando su voluntad de inscribir su episcopado en la comunión con la Iglesia universal y el rechazo a pertenecer a una asociación contraria a la doctrina católica, como ha recordado Roma varias veces. Desde entonces Monseñor Ma Daqin se encuentra recluido y privado de su libertad desde el 8 de julio del mismo año.
Las estadísticas han sido publicadas -como todos los años- por la agencia Fides, de las Pontificias Obras Misioneras. Las razones detrás de los asesinatos son: la violencia, el robo, el secuestro, y directamente por causa de la fe cristiana.
En estas estadísticas no se incluyen las cientos de muertes de cristianos asesinados a causa de su fe, nombres desconocidos que en todos los rincones del mundo sufren y pagan con la vida, su fe inquebrantable en Cristo Nuestro Señor.
El Papa Benedicto XVI, en el Ángelus de la fiesta del primer mártir, Esteban, comentó al respecto: “Como en los tiempos antiguos, también hoy la adhesión sincera al Evangelio puede exigir el sacrificio de la vida y muchos cristianos en diversas partes del mundo están expuestos a la persecución y a veces al martirio. Sin embargo, el Señor nos recuerda, “el que persevere hasta el fin, será salvo” (Mateo 10:22)”.
Papa Francisco
Los cristianos, más perseguidos hoy que con los romanos
¿Cómo resistir?, se pregunta el Papa: sed ovejas y confiad en el Pastor, no os hagáis lobos
Los cristianos son perseguidos hoy más que en los inicios de la historia del cristianismo. La causa originaria de toda persecución es el odio del príncipe del mundo hacia los que han sido salvados y redimidos por Jesús con su muerte y su resurrección. Las únicas armas para defenderse son la palabra de Dios, la humildad y la mansedumbre.
En su homilía del sábado 4 de mayo del 2013 en Santa Marta, el Papa Francisco indicó un camino para aprender a no dejarse enredar en las insidias del mundo. Insidias, explicó, que son obra del “diablo”, “príncipe del mundo”, “espíritu del mundo”.
“Jesús, que es maestro del amor, al que gustaba tanto hablar de amor, habla de odio, y llamaba a las cosas por su nombre, nos dice “¡No os asustéis! El mundo os odiará. Sabed que antes que a vosotros me ha odiado a mí, acordaos de la palabra que os he dicho: un siervo no es más que su amo. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. El camino de los cristianos es el camino de Jesús. Para seguirle, no hay otro”.
Jesús – explicó el Pontífice – nos ha elegido “y nos ha rescatado. Nos ha elegido por pura gracia. Con su muerte y resurrección nos ha rescatado del poder del mundo, del poder del diablo, del poder del príncipe de este mundo. El origen del odio es éste: estamos salvados, y ese príncipe del mundo, que no quiere que nos salvemos, nos odia y hace nacer la persecución, que desde los tiempos de Jesús sigue hasta hoy. Muchas comunidades cristianas son perseguidas en el mundo. En este tiempo más que en los primeros tiempos, Hoy, ahora, en este día, en esta hora. ¿Por qué? Pues porque el espíritu del mundo odia”(…).
Referencias Bíblicas:
• La imposición de las manos en la ordenación (Hechos 13, 2-2).
• Los primeros diáconos ordenados por los Apóstoles (Hechos 6, 1-6.).
• San Pablo manda a ordenar presbíteros. S. Pablo dice a Tito: “El motivo de haberte dejado en Creta, fue para que acabaras de organizar lo que faltaba y establecieras presbíteros en cada ciudad, como yo te ordené” (Tt 1, 5).
• El episcopado “si alguno aspira al cargo de obispo, desea una noble función” (1 Tm 3, 1).
• Timoteo es pastor por imposición de las manos. 2 Tm 1, 6: San Pablo dice a su discípulo Timoteo: “Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti por la imposición de mis manos”.
¿Mujeres Sacerdotes?
El tema de mujeres “sacerdotisas” se ha convertido en plataforma para los que pretenden crear una iglesia nueva, según criterios humanos. El Papa Juan Pablo II en su definitivo documento Ordinatio Sacerdotalis zanja la cuestión:
“Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia.”(O.S. #4) No es entonces que la Iglesia haya impuesto una ley, sino al contrario. La Iglesia se declara sin autoridad para actuar por encima de lo establecido por Cristo.
Un año después, el 25 de octubre, la Congregación para la Doctrina de la Fe en su respuesta a una consulta del episcopado estadounidense, señalaba que esta enseñanza ha sido considerada “infalible por el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia”. “Infalible”, quiere decir que la Iglesia la presenta como verdad segura sin error.
El Papa ampliamente explica la verdadera dignidad de la mujer y su magnífico lugar en la Iglesia en su Carta a las Mujeres.
“Cristo, llamando como apóstoles suyos sólo a hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Y lo hizo con la misma libertad con que en todo su comportamiento puso en evidencia la dignidad y la vocación de la mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la tradición avalada por la legislación de su tiempo” (Mulieris dignitatem).