El siguiente es el cuarto mensaje dejado por Nuestra Señora del Pozo en su aparición de 1953. Fue revelado el 25 de mayo de 1992.

Cuarto Mensaje

“Serán tiempos difíciles, de gran deterioro social y moral pero, sobre todo, de deterioro espiritual. Imperará el egoísmo de los hombres. Serán perseguidos aquellos que se han consagrado a mi Amadísimo Hijo Jesús, a través de mi llamado a la promulgación de una nueva estirpe de cristianos verdaderos. Algunos hijos nuevos, consagrados a mi pequeño reinado, traspasarán mi corazón con la espada de la traición y abandono de su promesa a Nuestro Señor Jesucristo. Aun así, el mensaje de restitución será acogido y promulgado más allá del mar, donde he puesto mi pie derecho. En los momentos de mayor tribulación y persecución, enviaré al Ángel, que te señalará de nuevo el camino. Esto es señal de que ha llegado el momento de decir el siguiente mensaje:

Miles de almas se pierden diariamente arrastradas por el pecado y la infidelidad a mi Amadísimo Hijo. El deterioro social, moral y espiritual ensombrece a la humanidad que puebla la tierra. Han llegado los tiempos profetizados, en que padres e hijos se destruyen unos a otros. La humanidad está sumergida en una gran crisis de fe que pasa desapercibida. La mayoría de los hombres no cumplen sus compromisos de cristianos; motivados por el egoísmo y la soberbia, han caído en la falsedad de las apariencias y en la superficialidad de las exigencias humanas.

Algunos sacerdotes, ministros de mi Hijo y pastores del rebaño, son irreverentes al celebrar los Santos Sacramentos; por su infidelidad a su vida consagrada, su apego al dinero, la búsqueda de reconocimiento y el desenfreno por los placeres, se convierten en aliados del enemigo. Son ellos causantes de la pérdida de la fe, motivan la desunión y engendran el antagonismo y la violencia. Éstos, si no se arrepienten y comienzan una vida de penitencia, perderán su alma para siempre. Les recuerdo, hijos míos, que ellos tienen la encomienda de representar a mi Hijo en la tierra y, como cristianos, deben amarlos y ayudarlos. Ofrezcan sus oraciones y sacrificios por su conversión. Les confirmo que el Amor y la Misericordia de mi Hijo son grandes para los que restituyen. El elíxir del Amor Misericordioso de mi Hijo cubre y reviste a aquellos que son fieles, que cumplen su compromiso.

Es la Hora en que, por no responder a mis advertencias, las profecías comienzan a cumplirse. Hijos míos, hijos nuevos, protéjanse debajo de mi manto y vivan en mis virtudes. Les advierto, que un día, la bóveda del cielo amanecerá toda anaranjada; el frío será intenso y vendrá sobre la humanidad una gran tribulación y desesperación; será como si el infierno se hubiera posado sobre la tierra. Padres, madres, hijos y todos los seres humanos se pelearán entre sí y querrán matarse; se harán daño hasta la muerte. La piel de algunos hombres se les caerá y chorreará por sus huesos. Otros se convertirán en seres monstruosos, abominables y se comportarán como demonios. Será la culminación del caos y la desesperación; pero no será el fin del mundo, pues eso sólo mi Padre lo sabe; morirán justos y pecadores. Muchos, que con sacrificio pusieron a Dios como prioridad, quedarán de pie; entonces se restituirá el Amor de Dios sobre todas las cosas en la nueva comunidad. Esto vendrá a causa de los hombres, que mal utilizando el libre albedrío, engendran toda clase de mal. Les describo esto, no para que teman, sino para que se den cuenta de la Misericordia y el Gran Amor que tiene mi Amadísimo Hijo por ustedes. Él espera y yo les llamo a la conversión inmediata y sincera.

Todo lo que les advierto podrá ser evitado, y terminaría la crisis de fe, si todos los elegidos se convierten y comienzan a vivir una vida de oración intensa, dedicándose a la penitencia, sometiéndose al ayuno y abstinencia, practicando la mortificación de los sentidos y poniendo una especial atención a la participación de los Sacramentos. Éstos se recibirán con mayor devoción y fervor, cada cual según su condición y dirección, viviendo en mis virtudes y observando las enseñanzas de la Iglesia de mi Amadísimo Hijo Jesús.

Por encargo de mi Hijo, yo les propongo un plan de entrega y crecimiento espiritual para alcanzar, así, la Plenitud. Éste consiste en imitar a mi Amadísimo Hijo; en llevar una vida disciplinada en la oración, comenzando en la mañana, al mediodía, en la tarde y concluyendo el día con el rezo del Santo Rosario; ayuno frecuente acompañado de abstinencia en el día sexto, día que los hombres han convertido en el día del pecado; vivir complacidos en una vida de alegría sin fin, proporcionada por la gracia, pese a la cruz y el sufrimiento y tener una disposición amplia a la penitencia y al sacrificio. Para ayudar a mi Hijo a aliviar el peso de la cruz, les propongo que se sometan a la autodisciplina, haciéndose partícipes de la purificación de la humanidad por la mortificación de los sentidos. Todo esto culminado con la alegría de participar, intensa e íntimamente, de la Sagrada Eucaristía. El fruto de este plan será compartido en la búsqueda de la conversión de los demás con un apostolado firme, constante y diligente.

Hijos míos, si hicieran todo esto que les recomiendo, entonces habrán aceptado mi invitación a ser apóstoles de los tiempos; así serán partícipes de mi broche, de la nueva estirpe. Hijos nuevos, serán ustedes partícipes de la restitución hacia el Propósito Séptimo, la Plenitud de mi Hijo, ahora y para siempre.

Un último consejo, hijos míos: el demonio tratará de destruir mi obra y mi manifestación al mundo. Sucederá que habrá un relajamiento tal para lo divino, que por doquier se hablará de mensajes vanos y superficiales. Serán muchas las alegadas apariciones: algunas serán auténticas y otras serán obra del maligno, que con sagacidad y disfraz de luz, envolverá a muchos. Algunas de estas apariciones, que no serán manifestaciones mías, serán respaldadas por pastores y jerarcas de la Iglesia de mi Hijo Jesús. Otras, donde estoy presente, serán perseguidas y reprimidas; pero no sea esto causa de frustración y pérdida de la fe, mejor así. Entonces, permanezcan más firmes en la Iglesia de mi Hijo, ámenla con más intensidad, amen a los pastores y sacerdotes, esfuércense por vivir una vida de armonía y común unión con los pastores. Esto será la señal de que ustedes están conmigo, están en mí y son de mi Hijo Jesús, el Cristo.

Les doy una señal: allí donde yo esté pediré oración; pediré penitencia, con especial atención al ayuno y pediré mucho sacrificio; sobre todo, pediré un amor especial a mi Estrella Mayor, a mi Hijo, la Eucaristía.

Yo soy el Ángel Mayor enviado de estos tiempos, la Virgen de Luz, la Virgen María, la Esposa de Dios.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

Plenitud y mi promesa; restitución del camino.

María

Explicación del Cuarto Mensaje

El cuarto mensaje de la Santísima Virgen del Rosario es un llamado a responder ante la crisis de fe, mediante un plan de crecimiento espiritual que logrará la conversión propia y la de otras almas, logrando así el pedido de Restitución y Plenitud, sentando las bases para la formación de una Nueva Estirpe.

1. La crisis de fe que se vive en el mundo y que desafortunadamente alcanza también a algunos sacerdotes, que por su infidelidad a su vida consagrada se convierten en aliados del enemigo.

2. La necesidad de rezar y sacrificarse por los sacerdotes en general.

3. Una advertencia de la Santísima Virgen de un castigo al mundo y la gran misericordia que Dios tiene por la humanidad, que espera de todos los hombres una conversión inmediata y sincera.

4. Una proposición a los hombres de entrega y crecimiento espiritual, mediante una vida disciplinada de oración, ayuno, mortificación de los sentidos, disposición amplia a la penitencia y al sacrificio y una participación intensa e íntima en la Sagrada Eucaristía.

5. Que el demonio tratará de destruir su obra mediante un relajamiento hacia lo divino, a través de falsas apariciones y manifestaciones que serán obra del maligno y que algunas de ellas serán respaldadas por pastores y jerarcas de la Iglesia; de igual modo, apariciones que serán manifestaciones de Dios serán reprimidas y perseguidas por la misma Iglesia.

6. La Santísima Virgen, finalmente, se proclama como el Ángel Mayor enviado de estos tiempos, la Virgen de Luz, la Virgen María y la Esposa de Dios.

7. Concluye afirmando con autoridad soberana que Ella es la Esposa de Dios.

El cuarto mensaje de la Santísima Virgen del Rosario es concreto, conciso y claro. El que quiera entender, que entienda.